Si has visto un drone en pleno vuelo, las probabilidades apuntan a que fue fabricado por DJI, la compañía china que tomó por asalto el mercado de vehículos no tripulados con una pasmosa rapidez y en nuestro país controla el 85% en el segmento de aplicaciones civiles.
En México, la marca inaugura hoy su segunda tienda oficial (en la plaza Patio Universidad, la primera abrió sus puertas en Patio Santa Fe en diciembre de 2016), y es en el marco de los preparativos que Forbes México platicó con Manuel Martínez, director de DJI en América Latina, y Mario González, representante de Heliboss, que se ha encargado de la distribución en la región.
Lo primero que ambos voceros reconocen es la importancia de México dentro del mercado global de drones —PwC le atribuye 5% del total—, pero para DJI es el mejor mercado de América Latina.
Aunque podría pensarse que los drones aún son vistos por muchos como meros juguetes, el director de DJI en la región cree que hay una gran madurez entre el público latinoamericano: “Se trata de un robot que puede tomar decisiones básicas, que se programa, y a pesar de que hay otros modelos inferiores, la gente se ha podido dar cuenta que hay cosas que solucionan”.
Martínez añade que, además, “están surgiendo muchas empresas de servicios que están mostrando lo que la tecnología puede ofrecer. La gente empieza a idear formas de aprovechar los drones en aplicaciones corporativas, que son el futuro de estos productos”.
Los cuatro usos principales de los drones en Latam, de acuerdo con el ejecutivo, son:
1. Agricultura
2. Vigilancia y seguridad
3. Inspecciones industriales
4. Video
El vocero relata el caso de una compañía brasileña llamada Skydrones la cual firmó recientemente un contrato con Bayer y Monsanto para un proyecto en el que, a través del uso de drones Agras y Matrice 100 se aplicarán defensivos agrícolas y nutrientes sólo en los puntos del área de cultivo que evidentemente lo necesitan. ¿Cómo los identifican? Se vuela un Matrice 100 cargado de cámaras espectrales y térmicas y se analiza la imagen a través de un software, el que también genera un plan de vuelo para el Agras.
Entonces, se trata de dos drones, el primero detecta las plagas o cambios en los cultivos, el segundo sigue la ruta trazada por el primero y fumiga o aplica algún correctivo.
De acuerdo con Martínez, para cumplir con ese contrato Skydrones necesitará durante los próximos dos años 500 unidades de Agras y 1,000 de Matrice 100 con el fin de “hacer análisis de plantaciones y luego agricultura de precisión”.
Otro ejemplo es el de una compañía uruguaya de nombre Dronfies. “Bajas una app en tu smartphone, estás en un concierto con tus amigos, quieren tomarse una foto, se van para el área de fotografía aérea y ahí con la app llamas al drone, que aparece de la nada, toma la foto y la envía a tu app”, explica Martínez.
En México, algunas compañías ya usan los cuadricópteros y octocópteros de DJI para dar servicios de Filmación y fotografía aérea, producción de video, inspección industrial y mapeo topográfico y generación de modelos 3D, como es el caso de Dronix.
De hecho, aunque el consumo representa aún el 95% de las ventas de la compañía, Martínez afirma que la tendencia apunta al mercado industrial, soluciones con cámaras térmicas multiespectrales, análisis de construcciones, edificios o líneas eléctricas, por ejemplo.
“Aunque hay abiertas las plataformas para que la gente programe casi nadie lo está haciendo, aunque seguramente en dos o cinco años el corporativo será el mercado principal”, añade González de Heliboss.
Una obsesión que da frutos
DJI se convirtió, casi de la noche a la mañana, en el líder indiscutible en el mercado de drones. Nadie podría explicar mejor las razones que Colin Guinn, quien dirigía las operaciones de DJI en América del Norte para DJI cuando fue reclutado para ser jefe de ventas de 3D Robotics, la empresa fundada por Chris Anderson —también ex editor de la revista Wired—, la cual pasó de ser uno de los fabricantes de cuadricópteros más aclamados en el mundo al borde de la bancarrota.
“Lo que nos dimos cuenta es que va iba a ser ciertamente mucho más difícil para una empresa con sede en Silicon Valley, enfocada en software, competir contra una potencia de la manufactura verticalmente integrada en China”, dijo a Forbes en una entrevista realizada en 2016.
Pero las facilidades que brinda residir en Asia no lo son todo. “Tenemos un rigor colectivo en DJI por la seguridad, la estabilización y la calidad de las imágenes —basta ver su cuenta de Instagram para comprobarlo—, la estabilización de la cámara, del gymbal y de la serie de apps y sensores que hemos integrado en los drones para asegurarnos de que cada vez hay más seguridad. Hoy hay drones con airbags, paracaídas, transponders, todo eso ha contribuido para que la gente tenga más confianza en nosotros” dice Martínez.
Esa obsesión por la seguridad y el desempeño se ha traducido en un portafolio cada vez más amplio.
Hoy, DJI ofrece cuatro modelos de consumo distintos (sus series Phantom 3 y Phantom 4, e Mavic y el Spark, presentado hace unos días, es el primero en responder a comandos gestuales, y unos Goggles para pilotearlos en vista de primera persona), y casi una docena de cuaricópteros y octocópteros pensados para usuarios profesionales (el Matrice 200 incluso es a prueba de agua), a los que se suman estabilizadores para cámaras de cine y video, así como gymbals con cámaras de óptica superior.
Todo eso ha convertido a DJI, fundada por Frank Wang Tao, en una de las startups más valiosas. En su última ronda de financiamiento —ha levantado sólo 105 millones de dólares—, celebrada en mayo de 2015, su valuación fue de 10,000 millones.
Poco se sabe de las finanzas de la compañía, pero los analistas estiman que sus ventas se triplicaron cada año entre 2009 y 2014 y que es rentable desde 2015. Éste podría ser el año en que este fabricante de drones salga a bolsa, pero eso aún está por verse.